miércoles, 20 de enero de 2010

Etiquetas...

Cuando nos relacionamos con alguien a quien apenas conocemos, lo acabemos de ver por primera vez o nos lo presentaran hace años, solemos ponerle unas etiquetas "sociales". Sobre su manera de vivir, de pensar, de comportarse, cultura, educación o ideas políticas, en definitiva sobre su persona en todos los aspectos. Y es que esa mania nuestra de encasillar no vale para las personas, que no son estandares ni siempre iguales.

Es una mania que tenemos, todo tiene que estar perfectamente ordenada, clasificado y encuadrado. Pero el molde donde encaja una persona es único, ninguna otra persona encajará ahí. Porque cada persona es única y porque la pureza no existe, todo está entremezclado, todo, pese a que lo etiquetemos y nombremos, es plural, diverso y difuso. De la misma manera que dos ojos son siempre distintos, pese a que sean verdes, dos personas de "derechas" no pensaran igual, ni tampoco dos de "izquierdas". Dos guardias civiles no tienen lo mismo en su interior aunque compartan un uniforme, ni tu que estudias o trabajas en tal o cual cosa sientes, piensas y gustas de lo mismo que tu compañero. Pese a eso, encasillamos, este es heavy, aquel hippie...

Pues yo aun no encontre etiqueta que me identifique, ni en lo referente a política, ni en lo concerniente a ropa o musica. Quizás la etiqueta que me define será una compuesta por pedacitos de muchas otras. Y con esa multicoloridad de etiqueta que gasto me gusta jugar muchisimo, a veces para hacerte ver que me maljuzgaste y hacerte pensar un poco, a veces para reirme de tus perjuicios y otras porque ese día me levante con mi etiqueta un poco más colorida de ese estereotipo. Me parece divertido, a la par que triste, ver como cuando me ves en un parque con mis pantalones militares, palestino al cuello y palos chinos en mano te separas un poco de mi y murmuras, me miras mal o me registras. Otras, envuelvo mi cuello en una bufanda, utilizo zapatos y un abrigo, entonces alguien que camina despistado se atreve a pedirme la hora o preguntarme acerca del autobus, la gente camina a mi lado sin imutarse. Recuerdo un día que en una zona algo oscura esperaba a un amigo, ese día iba con "pintorras". Por la calle bajaba un grupo de adolescentes vestidos a lo "saidin" con unas cuantas muchachas, mis prejuicios se alarmaron y me prepare para un enfrentamiento, no sería el primero, a los hombres nos gusta hacer el gallito delante de una mujer si sabemos que saldremos victoriosos. Lo curioso fue ver como unos metros antes de pasar junto a mi cambiaron de acera, continuaron bajando la calle, para poco despues de rebasarme volver a la misma acera. Con "pintorras" o vestido de "pijo" sigo siendo la misma persona, con las mismas inquietudes, los mismos problemas y las mismas respuestas, sin embargo tus prejuicios te hacen creer lo contrario. De un modo u otro sigo siendo la misma gran persona.... o el mismo gran cabrón, solo cambia la manera en que me miras

No hay comentarios: